Por una mayor generosidad en la acogida de los refugiados y desplazados en Europa
Día tras día somos golpeados por las noticias de numerosas personas, que, huyendo de la guerra o del hambre, acaban dejando la vida de manera trágica, en mar o en tierra, o se encuentran en situaciones extremas. Son hombres, mujeres y niños, en no pocos casos familias enteras, que lo han perdido todo. Sólo les queda la vida, y ésta amenazada. Sería horrible que la repetición de los hechos acabara anestesiándonos; que, como dice el Papa Francisco, "la globalización de la indiferencia acabara por secarnos las lágrimas"; que dejáramos de clamar contra "este grave crimen contra la familia humana", como ha sido calificado también por el mismo Papa Francisco.